Vallejo, CDMX, 22 de septiembre del 2025. En punto de las ocho de la noche, la Iglesia de Cristo se unió en una consagración especial llena de fe y reverencia, elevando una sola voz en oración por el Apóstol de Jesucristo. Fue un momento de comunión espiritual en el que los corazones, firmes en la esperanza, recordaron que nuestra fortaleza no proviene de nosotros mismos, sino del Señor que sostiene a su Siervo y a su Pueblo Santo.Durante la consagración, se entonó el canto que implora que la mano del Señor repose sobre su pueblo, concediendo la gracia para obedecer y la fuerza para vencer. Estas palabras no fueron solo una melodía, sino la profunda expresión del sentir de la Iglesia, que en ferviente oración por el Enviado de Dios permanece, aun en medio de pruebas y luchas, unida, firme en su espíritu y plenamente confiada en las promesas divinas.
Como nos ha enseñado el Apóstol de Jesucristo, que nuestro Dios es garantía de ganancia, y con Él jamás se pierde; por eso, cada súplica se elevó con la certeza de que en Su voluntad está la victoria.